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martes

La adversidad en edades tempranas tiene un negativo efecto en el desarrollo cerebral


LA PRIVACIÓN SOCIAL EN NIÑOS TIENE UN EFECTO MEDIBLE EN EL DESARROLLO CEREBRAL


El estudio señala también mejoras cuando los niños institucionalizados son enviados a buenos hogares de adopción o acogida.


familias de acogidaLas negligencias graves, ya sean físicas o psicológicas, producen cambios medibles en los cerebros de los niños afectados, según un estudio liderado por el Hospital de Boston para Niños. Pero el estudio también sugiere que las intervenciones positivas pueden revertir estos efectos adversos en parte.

Los investigadores, liderados por los doctores Margaret Sheridan y Charles Nelson, de los laboratorios de neurociencia cognitiva del Hospital de Boston para Niños, analizaron, a través de resonancia magnética, imágenes del cerebro de niños rumanos que forman parte del Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest (BEIP), que ha trasladado a algunos niños criados en orfanatos a hogares temporales.

Sus hallazgos, publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences (edición temprana online, en la semana del 23 de julio), se suman a estudios anteriores de Nelson y sus compañeros, que muestran un deterioro cognitivo manifiesto en niños "institucionalizados", pero también señalan mejoras cuando estos niños son enviados a buenos hogares de adopción.

"Cada vez encontramos más evidencias de que la exposición a la adversidad en edades tempranas tiene un negativo efecto en el desarrollo cerebral", afirma Sheridan. "Las implicaciones son muy amplias, no sólo para los niños crecidos al amparo de instituciones, sino a aquellos expuestos al abuso, al abandono a la violencia durante episodios de guerra, pobreza extrema y otras adversidades".

Sheridan, Nelson y sus compañeros investigadores, compararon tres grupos de niños de entre 8 y 11 años: 29 de ellos crecieron en una institución, 25 que fueron seleccionados al azar para dejar la institución por hogares de acogida de alta calificación, y 20 niños con el desarrollo  habitual, que jamás estuvieron en instituciones. Los niños del grupo intermedio estuvieron en hogares de guarda entre 6 y 9 años.

En las resonancias magnéticas, los niños con antecedentes en las instituciones, tenían volúmenes significativos menores de materia gris en la corteza del cerebro, comparados con aquellos que jamás habían sido institucionalizados, aunque hubieran sido llevados a hogares de acogida. Los niños que permanecieron en las instituciones habían reducido significativamente el volumen de materia blanca, comparándolos con aquellos que jamás habían sido institucionalizados.

El volumen de materia blanca era indistinguible entre aquellos niños que habían sido enviados a casas de acogida y aquellos que nunca habían sido institucionalizados.

Los investigadores dedujeron que los picos de crecimiento de la materia gris del cerebro durante la niñez indican que hay períodos especialmente sensibles, en los que el entorno tiene una influencia decisiva en el desarrollo cerebral. La materia blanca, necesaria para formar conexiones en el cerebro, crece de forma más lenta, y posiblemente es más maleable a la intervención de los hogares de acogida.

"Hemos encontrado que la materia blanca, que forma la 'superautopista de la información' cerebral, muestra evidencias de ponerse al día. Estas diferencias en la estructura cerebral parecen explicar lo previamente observado, pero aún no podemos explicar las diferencias entre las funciones cerebrales", asegura Sheridan.

"Nuestros estudios cognitivos sugieren que hay un período especialmente sensitivo, alrededor de los primeros dos años de vida, en los que el acogimiento familiar ejerce un máximo efecto sobre el desarrollo cognitivo", apostilla Nelson. "Cuanto más pronto encuentre acogida un niño, mejor se desarrollará".

Al menos, según UNICEF, 8 millones de niños viven en instituciones, aunque el número seguramente sea mayor, ya que países como China dan pocos datos al respecto. Estos niños están expuestos a la influencia negativa expuesta. La relación entre la cantidad de niños y cuidadores es baja (de 1:12 en instituciones rumanas, por ejemplo) y la atención es muy rígida y reglamentada. Los estudios previos de Neilson y los demás investigadores muestran déficits documentados en la función cognitiva, en las habilidades sociales y de lenguaje, déficit de atención, hiperactividad, e incluso envejecimiento celular prematuro.

Vía fantasymundo.com