Unos 150 niños viven en centros de menores a la espera de ser acogidos
Vivir con la familia biológica no siempre es garantía de una infancia
feliz. A veces, es sinónimo de todo lo contrario. Crecer en un entorno
desestructurado, ser víctima de abusos o malos tratos, de negligencia en
el cuidado o sufrir la muerte de los progenitores puede llevar a los
servicios de protección de menores a actuar para asumir la tutela de un
niño. En estos casos, los chicos, ya sean bebés o adolescentes, dejan
automáticamente de vivir con sus padres para trasladarse a un centro de
menores y de ahí, cuando hay suerte, a una familia de acogida.
El acogimiento es una fórmula que permite a los menores evitar que su
infancia suponga una peregrinación por centros de menores y la
posibilidad de rehacer sus vidas en un entorno familiar. Aunque la
primera opción que se baraja cuando se produce una declaración de
desamparo es el acogimiento en familia extensa (normalmente abuelos o
tíos), esta vía no siempre es posible, por lo que se recurre a la
generosidad de familias ajenas que deciden hacerse cargo de los menores.
En la provincia de Córdoba hay 22 niños menores de siete años y 139 que
superan esta edad que viven de forma permanente con una familia que no
es la suya frente a un total de 79 que lo hacen con parientes.
La Junta de Andalucía establece tres tipos de acogimiento. El de urgencia,
para bebés y niños muy pequeños; el acogimiento simple, de carácter
temporal, y el permanente, que puede darse en niños de cualquier edad.
NO ES UNA ADOPCION
La diferencia entre un acogimiento y una adopción es,
básicamente, que la relación con la familia biológica no se rompe y que
la tutela de los menores no pasa a los padres de acogida sino que reside
en la Administración.
Según la asociación AVAS, encargada de
gestionar los acogimientos en Córdoba, el acogimiento permanente de
niños mayores de siete años es el más difícil. "Las familias quieren
tener en casa a niños muy pequeños porque imaginan que dan menos
problemas, pero hay una gran necesidad de acoger a los que son un poco
mayores porque de ello depende que estos niños tengan un futuro",
explica una de las responsables de la entidad. Y es que no hay que
olvidar que la ley considera que los niños al cumplir 18 años dejan de
ser menores, por lo que muchos de los niños que han sido retirados de
sus familias por problemas importantes, si no han sido acogidos, se ven
abocados a volver con sus familias biológicas al cumplir la mayoría de
edad porque ya no tienen adónde ir. Solo en Córdoba, alrededor de 150
niños viven en centros de menores, de los cuales una decena son mayores
de siete años y están ya esperando el acogimiento. "Otros muchos se
pasan la infancia en centros, donde por muy bien que estén, nunca es
como vivir en una familia".
"En la provincia hay familias en
lista de espera para acogimientos de urgencia, es decir, para acoger
temporalmente a bebés que han sido retirados a sus familias y están a la
espera de una adopción, el problema está en encontrar a los que quieran
hacerse cargo de niños más mayores y de forma indefinida", comentan
desde AVAS.